Hoy en día cuantificamos
absolutamente todo y, como no podía ser de otra forma, en el fútbol, cada vez
lo hacemos más. Tenemos infinidad de maneras para cuantificar recorridos,
capacidades de esfuerzo, balones recuperados… parámetros individuales,
colectivos, técnicos, tácticos, físicos, todo. Simples números en un papel o
una pantalla que, según a ojos de quien los observe, los puede interpretar de
una u otra manera.
En ocasiones, las estadísticas se
usan para justificar debilidades y/o desconocimiento. Nos empeñamos en poner
nombre a todo, tenemos miedo a lo desconocido, a lo que no controlamos y para
eso, siempre tenemos los dichosos números. Con esto no quiero decir que no me
interesen ciertos parámetros y ciertas informaciones, aunque debemos de
integrarlas dentro de un contexto, cuantificando no solo la cantidad sino la
calidad.
Porque al final, el contexto es el que nos da la información real, es
el que envuelve todo, el que da sentido al número, al dato, frío de por si.
Durante estos días, se habla mucho
del famoso vídeo de Casemiro. No voy a entrar en si las acciones de sus
compañeros son acertadas o no, sino, en la cuantificación del esfuerzo de la
que tanto se ha hablado – y, a la que habitualmente se recurre para alabar
ciertos jugadores en ciertos momentos de la temporada-. He leído, “no paró de
correr hasta quitarle el balón”. Bien, es verdad que, si alguien ve el vídeo y
no realiza ningún tipo de análisis, en resumen, es eso lo que sucede. Casemiro
va detrás del balón durante X metros y durante ese transcurso, él debe dar
solución –mediante acciones- a diversas problemáticas –entiéndanse como
situaciones desfavorables para su equipo-. Bajo mi punto de vista, en ese
recorrido, a Casemiro se le plantean varias problemáticas y, tan solo es capaz
de resolver una de manera favorable para los intereses de Real Madrid. Por lo
que, la acción carece de calidad aunque la cantidad de trabajo sea elevada.
Soy de los que considera –y, cada
vez somos más y más- que, en nuestro deporte, no podemos cuantificar en base a
cantidades y, menos aún en etapas de formación. Al fútbol se juega con la
cabeza y se ejecuta con los pies. Al final, todo pasa por una buena formación, ahí
está la clave pero, para que el jugador llegue con la formación adecuada y no
dependa siempre de su calidad individual, debemos de ser lo suficientemente
críticos con nosotros mismos. Nuestra formación, es su formación, sin esto, nada
de lo otro tiene sentido.
Evitemos alimentar cierta hipocresía
que hay alrededor del fútbol y seamos parte del cambio y la evolución.
@PolAturiac